domingo, 26 de octubre de 2008

DERECHOS DE LOS PADRES DE UN NIÑO CON DISCAPACIDAD


1. El derecho de enojarse.
2. El derecho de poder pedir otro diagnostico.
3. El derecho a la discreción.
4. El derecho de intentar todas las posibilidades.
5. El derecho de interrumpir o probar nuevos métodos.
6. El derecho de poner limites.
7. El derecho de ser padres.
8. El derecho de no tener que estar siempre entusiasmados.
9. El derecho de tener un poco de tiempo libre.
10. El derecho de ser expertos para el propio hijo.
11. El derecho a la dignidad

lunes, 6 de octubre de 2008

12 de octubre

Siempre me asombró que existan los conflictos por diferencias raciales, cuando todos pertenecemos a la misma especie, Homo sapiens; y todos tenemos un origen común en algún lugar remoto de Africa.

Al principio, todos medíamos hasta un metro, veinte; nuestra piel era oscura, las mandíbulas sobresalían un poco más que ahora, al igual que las cejas. Lo más entrado que teníamos era la nariz, gruesa y chata.

Pero los Homo sapiens siempre fuimos inquietos. Nos gustaba cazar y recoger frutas de los árboles. Aprendimos a hacer fuego y a criar animales. Y caminamos… Caminamos desde Africa hasta Europa; de ahí, llegamos a Asia, desde donde cruzamos a América, mientras que otros nos fuimos a Oceanía.

Claro que no todos esos lugares tenían el mismo clima que Africa. En algunos, venían bien los ligeros y claros atuendos de verano; mientras que en otros, tuvimos que aprender a confeccionar vestimentas con cueros y pieles para refugiarnos de un frío glacial.

Aunque no sólo cambiaron los ropajes. La piel combinó con la nieve, mientras que a otras latitudes se oscureció por tanto sol. Sí, el color de la piel es una adaptación al medio ambiente como lo es la cola de una ballena al agua. Y toda esa información, para no tener que repetir el mismo trabajo, se guardó en los genes.

Pero basta de diferencias, y veamos ahora las similitudes. Si un niño pequeñito se cae y se raspa la rodilla, llora. Si a una joven adolescente le gusta un chico, quiere que este la mire como algo más que su amiga. Y si el equipo del que uno es fanático gana, uno salta de alegría… ¿O esto cambia según las distintas razas? Ya vimos en los mundiales que no.

Entonces, ¿existen hoy en día las razas? Apenas quedan unas pocas. Resulta que esa chica, a la que le gustaba aquel chico, crecieron, se pusieron de novios, luego se casaron y tuvieron un hijo mestizo, ya que ambos pertenecían a distintas razas. Y ese hijo mestizo, se casó con una mestiza, mientras que el hermano mestizo se casó con una mujer de la misma raza que su papá, y así… Hoy, las razas puras son una hermosa utopía, ya que hasta los que tenemos culturas muy distintas, tomamos Coca Cola o comemos hamburguesas con papas fritas; de postre un buen helado y si vamos al cine, compramos pochoclo o chocolates.

¡Sonamos! Entonces ya no hay razas distintas y las culturas, que creíamos tan diferentes, tampoco lo son tanto. Claro que para sentirnos distintos, todavía quedan los distintos equipos de fútbol, o la plata que podemos gastar en el recreo, o las creencias religiosas, o si somos altos o bajos; o gordos o flacos, o escuchamos cumbia o a Los Redondos o gustamos de un poco de jazz.

Pero hay algo que no cambió; y es que seguimos siendo todos Homo sapiens, todos somos humanos; con nuestras alegrías, con nuestras tristezas; con el reto de uno de nuestros padres; con nuestros sueños o desilusiones; con un sistema circulatorio; con lo que nos costaron los primeros pasos; o con lo que nos gusta que nos quieran y respeten.

Y esto, fue, es y será así. Desde los onas que usaban las pieles con el pelo hacia adentro o las fogatas a la entrada de la tienda… porque el clima de Tierra del Fuego es uno de los más despiadados en este planeta. O los Tobas, cociendo y decorando sus cerámicas, hoy en día, organizados en cooperativas para beneficio de toda su comunidad. Si no, podríamos apunarnos junto a un inca, que - totalmente adaptado a las alturas -, cultivaba maíz y mandioca en los escalones que hacía en las laderas de las montañas, y al igual que los que hacemos quinta, muchas veces debería haberle dolido la espalda. ¡Ha! Ni hablar de montar a caballo como un tehuelche o en invierno abrigarnos con una manta tejida por los araucanos o tomar unos buenos mates cebados por un guaraní descalzo…

Pero lo igual se acompaña por lo distinto; y lo distinto, por lo igual. Hablamos distintas lenguas, pero si hace frío nos abrigamos. Cuando estamos contentos reímos, pero tenemos distinto color de piel. Y que yo sepa, mala-ondas hay en todas las razas, como los hay ágiles, o alguno es inteligente y le gustan las matemáticas, y otro es bueno para patear un penal o atrapar una gallina.

Entonces, reconociendo lo igual que tenemos con el otro, es que podemos ser amables; y en lo distinto, podemos ejercer nuestro respeto; y en cuanto a lo humano, integrarnos bajo un mismo sol, en este planeta que todos deberíamos cuidar un poco más, ya que todos juntos vivimos en él.

Irene Maipah

"Si alguna esperanza cabe concebir en un futuro mejor de la humanidad, en unas normas más éticas de convivencia internacional, habrá que fundamentarla en un conocimiento más real entre los diversos pueblos y en una mejor comprensión entre los mismos."

(Miguel Fusté)